Dorita corría por el prado, de verde césped, húmedo por el rocío de la mañana. Iba de la mano de su pequeña Ana. Ambas cogidas de la mano, alegres se dirigían rumbo a aquel lago de mansas y cristalinas aguas. Sus pies descalzos, sentían el frescor de ese campo que, cual alfombra suave, cosquilleaban su delicada piel.
Ya se acercaban al lago, cuando Dorita, siente la suave mano de Ana que jalaba su tobillo; se da la vuelta y despierta.
¡Era un bello sueño para ser real!. - Reacciona y piensa -
Se encontraba tirada en el suelo, sus labios; sentían el sabor del polvo mezclado con la sangre que manaba de su boca.
De inmediato se incorporó tratando de huir de los ojos de Ana, su pequeña que, a sus cortos cinco años, presenció los golpes que le propinaba Aníbal, el marido de Dorita y padre de Ana.
Se escondía avergonzada porque Ana había presenciado tan brutal escena.
El cuerpo le dolía pero, poco importaba, solo su pequeña, que la miraba sin decir nada, pero la mirada, "esa mirada", le preguntaba muchos "porqués", que ella no podía responder.
Se aseó, lo mejor que pudo, ocultó esos colores y dolores, se cubrió con grandes gafas, alistó maletas, lo justo, y se fue de ahí, dejando el dolor sufrido, pero, con la esperanza de una nueva vida junto a su pequeña Ana.
Por Virginia Oviedo
Amig@s, este portal se abre, para dar a conocer la historia de Bernardina. Hija de españoles que migraron a Perú a finales del siglo XIX. Una mujer, que, a pesar de tenerlo todo en la vida para ser feliz y casi tocar el cielo, de pronto, su vida toma un duro revés y se encuentra en situaciones como la de muchas mujeres en la actualidad, llegando a sentir el infierno. Una cruda realidad como es la VIOLENCIA DE GENERO en la que se encuentran muchas mujeres en la actualidad.
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